Yo conozco esos papeles que se convierten en origamis. Sé cuándo la sed es insoportable. Cuándo el agua no es potable. Yo era una estrella. Los flashes de las cámaras me ciegan cuándo bajo de la limosina. Un Volkswagen beetle. Lleno de sueños rotos y una lágrima retenida. Todos me conocían. Ahora no soy más que un recuerdo lejano. Un barco que se perdió en el horizonte. Entonces. Sé que si no vivo para un mañana. No podré seguir. Si no vivo para ser eterno. ¿Para qué seguir? Pierdo la cabeza. Soy un forajido más. Un día todo se construirá. Y podré repuntar. Por mientras me encuentro en un hotel de mala muerte. Mi único amigo es el moho de mí colchón. Estoy tan triste.
Golondrina mía. Que surcas el cielo. Tus pasos te guían a una vida mejor. Aunque estén sostenidas por un grillete. Que encadena hoy el prisma de tu alma. Extrañas tu nido, tu hogar. Extrañaste por mucho tiempo tu libertad. Yo te la quiero dar. Buscando la solución para sacarte de ese lugar. Golondrina mía. Nunca nos abandones. Te hemos dado el cariño suficiente. Es imposible darle palabras a nuestro amor. Porque vuelas por todos lados. Sacandote de ese hoyo tenebroso. De ese terrible calabozo. Para que puedas ser libre una vez más. Aunque tú ala esté herida. Podría ser que necesitas alguna solución. O vas a perderte. Entre la niebla de los recuerdos. No podría ser. Golondrina mía. Que tú historia termine de esa forma. Yo estaba buscando la forma de liberarte. Ya que mi inspiración llegó. Cuando te ví moviendote entre el amanecer. Escapando de la noche oscura. Llegando a los cielos. Bailando cómo un colibrí. Las palabras tendrán que contenerse. De poder explicar lo que sentimos por ti.
Esta es la historia de un chico alocado. Creía que no era para nada amado. En su diario estaba anotado. Dónde escribía su sufrimiento. Hería ese extraño sentimiento. Tenía un explosivo comportamiento. Por eso tenía siempre tenía problemas. Atrapado entre tantos dilemas. Ya no aguantaba las penas. Su hermano que no era para nada tonto. Sabía que debía actuar pronto. Pues su hermano se consumía en tinieblas. Dijo. "¿Y si damos un pequeño paseo?" Este chico le dijo. "Lo siento, yo siento un pequeño mareo". Excusa tras excusa. Ya no sabía que inventar. Una buena mentira debía dar. Para sacarse de encima ese peso. Era un dolor de hueso. Su hermano volvía a insistir. "Hermano deberíamos ir a ver mar". Este chico se empezó a enredar. Sabía que tenía un problema. "Estar bien, está bien". Ese era su lema. Pero estaba triste en la bodega. El problema lo niega. Entonces el plan empezó armar. Pues si quería ir al mar. Una piedra al cuello y saltar. Empezó a
Comentarios
Publicar un comentario